María Laura de 5 años, ha estado jugando y su madre le pide que recoja los juguetes. La niña contesta sin titubear:
-¡No quiero!
La madre de María Laura le responde con un tono de voz tranquilo:
-María Laura, ¿no quieres que mamá se moleste, verdad? Ven, recoge los juguetes.
María Laura, con los brazos cruzados, responde:
-No quiero, no. Recógelos tú.
Esta respuesta resulta intolerable para la madre y, muy enfadada, agarra a su hija del brazo y la obliga a inclinarse para recoger los juguetes. En este momento, la niña empieza a gritar:
-¡Tonta, déjame, maluca, no te quiero, ya no eres mi mama!
La madre pierde el control y da una bofetada a su hija. María Laura, a su vez, también le pega a su madre…
En este caso, nos preguntamos:
¿Es correcta la reacción de la madre??
¿Cómo podría haber reaccionado la madre de María Laura?
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En relación a los insultos, enseñarle que puede expresar su enfado
sin necesidad de insultar.
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Otra opción es esperar a que la niña se calme y se pueda razonar
con ella. Nosotros también debemos estar tranquilos.
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Pasado el enfado, podemos retomar la situación para establecer
conjuntamente unas normas básicas para resolver el tema de las contestaciones y
solucionar el conflicto de forma pacífica.
Tomar en cuenta
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No debemos ponernos a la altura del niño ya que, a pesar de todo,
nosotros somos adultos.
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Cuando un niño contesta o desobedece, debemos inmunizarnos del contagio emocional. Si nos alteramos ante
situaciones tensas, nuestros hijos también lo harán. Se debe actuar con firmeza
pero con calma.
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Luego de contar un minuto con calma, preguntarse con
tranquilidad, ¿Que ha sucedido?